Trocitos La luz de Candela III.

¡Hola chicos!
Esta es la tercera entrada sobre los fragmentos de el libro La luz de Candela, de Mónica Carrillo, que me han encantado y los cuales estoy distribuyendo en entradas pues son demasiados.
Ya he acabado este libro así que antes de que finalice la semana, la reseña estará por aquí.
En cuanto acabe los exámenes me pondré al día con las reseñas pero por el momento no tengo tiempo para más y habrá que conformarse con esto. Bachillerato, te odio.
Por si queréis ver la primera parte está aquí, la segunda parte aquí y una poesía de este mismo libro aquí.
Así que no me enrollo más:


A veces me acuerdo de la primera vez que te vi
Otras de la última vez que me besaste
Y de lo que siempre me olvido es de olvidarte
#microcuento


Un día me di cuenta de que tenía que aprender a olvidarte. Estaba claro que por mí misma no lo iba a conseguir. Tus recuerdos se habían hecho fuertes en mi interior y, cada vez que intentaba ahuyentarlos, el gesto me dolía como si me sacaran una astilla.

Yo por aquel entonces solo aspiraba ya a dormir apoyada en la mejor almohada, la que te hace estar en paz contigo misma. Pero todavía tuve que dar muchas vueltas en la cama antes de encontrar la postura perfecta.

-Has hecho bien. Tú decides quién va a tu bandeja de spam y quién no. Tiempo habrá de lanzarlo a la papelera de reciclaje.

Tú sabes que me he desnudado ante ti mil veces. Me saqué el corazón y te lo ofrecí. Me entregué al máximo. Y lo intenté hasta el final. Incluso llegué a proponerte un proyecto de vida juntos. Y tú dijiste que no. No quieres estar conmigo. Elegiste no elegirme... Y yo lo respeté. Ahora soy yo la que elige. Y elijo sobrevivir. Y para eso no puedes estar cerca. Tienes que salir de mi vida.

Rabia al mirarte
al escucharte tan lejos
Rabia al no inspirarte
al sentir lo que siento
Rabia
y no vuelves
ni tampoco yo vuelvo
Rabia si no lo hago
y rabia también si te quiero.
#microcuento

Ya no me gustas. Me lo repito cada mañana al despertarme, cada vez que te pienso. Me lo digo para ver si me convenzo de una vez.
Durante todo este tiempo no he conseguido sacarte de mi cabeza. Ni de mi corazón. Lo conquistaste, plantaste la bandera, y te hiciste el dueño y señor de mis tierras, de mis afectos. Te abrí las puertas, te dejé entrar y ya no te has ido. Imposible expulsarte.
Y no me extraña, porque soy buena anfitriona; pero estoy cansada. Cansada de ti, de que no me saliera bien esta apuesta complicada. Y cansada de mí, por no ser capaz de dejarte ir. Y me esfuerzo por encontrarte un hueco, un rincón en el cofre de los recuerdos. Esa caja mágica a la que acudir para sonreír cuando me apetezca pensar en ti. Pero no hay caja, ni rincón, ni parcela, porque tú lo inundas todo.

Lo que me ocurrió contigo, Manuel, fue que, después del punto, olvidé apartarte.

Y supe entonces que tenía que alejarme de los monstruos que no me dejaban ver, tuve que romperme en mil pedazos otra vez. Y aprender a dormir cuando no estés.

La vida es una puta. A ratos te hace pasarlo bien, te hace tocar el cuelo con las yemas de los dedos, pero siempre, sin excepción, termina haciéndote pagar.

¡Y esto es todo! Los que están en negrita son mis favoritos.

¿Cuál es con el que más os identificáis o el que más os gusta? ¿Por qué?

¡Dejadlo en los comentarios!

Antes de irme me gustaría deciros que en el blog de mi ahijada Ann, tenéis una sopresita:

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