Con la mente del revés, las sensaciones partidas, las emociones como regalos recién abiertos.
Las nuevas palabras ya no pueden salir de su boca, porque él la cubre con la suya, segundo a segundo, minuto a minuto, eternidad a eternidad.
En algún momento dejo de jugar con muñecas para jugar con su cuerpo. En algún momento dejó de ver sueños para verse en el espejo. En algún momento dejó de imaginar para ser. En algún momento cambió la inocencia por la realidad. En algún momento se convirtió en una persona con sentimientos, corazón y lágrimas.
El amor es un terremoto seguido de un tsunami. El temblor te lo cambia todo, te lo altera todo, lo remueve y lo agita todo. Pero es el tsunami posterior el que inunda el corazón de luces y sorpresas.
Todo el mundo pretende algo y luego, ¡zas!, la realidad lo corta y a tomar por culo.
Hace calor, pero no hay sol. La primavera es un estallido. De pronto todo esta lleno de parejas. El amor flota en el aire.
Todo el que crea un monstruo, tarde o temprano ha de destruirlo o el monstruo le destruirá a él.
A veces la vida es como una canción: durante tres minutos es perfecta.
La inseguridad provoca más cicatrices que la guerra.
La adolescencia es un campo de minas en mitad de un páramo desierto.
Busca las últimas lágrimas en el fondo de su corazón y las encuentra.
Le duele el pecho. Le cuesta respirar. De pronto ya no está segura de nada. De pronto va y viene del amor al dolor. De pronto nota que se hunde en un abismo sin fondo.
Me gusta el de "Todo el que crea un monstruo..." Precisamente porque todo eso es verdad...
ResponderEliminarPues la verdad es que sí.
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